Se terminó, la gran kermesse deportiva cerró sus puertas hasta dentro de cuatro años cuando la llama del pebetero (que nada tiene que ver con el cura Julio Grassi o el psicologo Corsi) se encienda nuevamente en Londres. El saldo para la delegación Argentina fue calcado al de los juegos de Atenas: dos medallas de oro (Futbol y Ciclismo) y cuatro bronces (Hockey Femenino, Judo, Basketball y Vela).
Para los amantes de los deportes, este final de los juegos nos deja un cierto vacío interior. ¿En qué ocuparemos nuestro tiempo libre ahora? Ya no veremos competencias a toda hora (al menos las que el coctel "diferencia horaria" + "trabajo en relación de dependencia" nos permitían ver), ni resumenes con lo más destacado del día con Bonadeo diciendo "por lo pronto" y "que por cierto" en cada frase. Tampoco nos volveremos a enfrentar por los próximos cuatro años con una posta 4 x 200 mariposa, o una ronda preeliminar de lanzamiento de jabalina, y mucho menos con un certámen de Beach Voley (tal vez me saltee el beach voley los próximos juegos, sobre todo si en el cuadro principal está la dupla Conde-Baraccetti).
Para los amantes de los deportes, este final de los juegos nos deja un cierto vacío interior. ¿En qué ocuparemos nuestro tiempo libre ahora? Ya no veremos competencias a toda hora (al menos las que el coctel "diferencia horaria" + "trabajo en relación de dependencia" nos permitían ver), ni resumenes con lo más destacado del día con Bonadeo diciendo "por lo pronto" y "que por cierto" en cada frase. Tampoco nos volveremos a enfrentar por los próximos cuatro años con una posta 4 x 200 mariposa, o una ronda preeliminar de lanzamiento de jabalina, y mucho menos con un certámen de Beach Voley (tal vez me saltee el beach voley los próximos juegos, sobre todo si en el cuadro principal está la dupla Conde-Baraccetti).
Por otro lado, de la mayor parte de nuestros abnegados atletas no sabremos nada, y creeremos que están entrenando duro y cerca de las marcas que permiten aspirar a una medalla, para luego encontrarnos con hilarantes rendimientos como los de Bardach y Chiaraviglio que nos recordaron viejas películas cortas de Disney como "Tribilin y los Deportes", o, en contrapartida, descubrir que el más impensado atleta, el que viajó de polizón en un barco pesquero, nos entrega el primer bronce.
Finalmente, y esto es lo que nos reconforta por el final de los juegos, no deberemos soportar más por la pantalla de Canal 7 (la cual tampoco volveremos a ver) la continua, bizarra e insoportable imagen de Cristina Kirchner, disfrazada de artista plástica despidiendo a nuestros atletos y a nuestras atletas, prometiendo hacerles el aguante desde este lado del mundo.
Finalmente, y esto es lo que nos reconforta por el final de los juegos, no deberemos soportar más por la pantalla de Canal 7 (la cual tampoco volveremos a ver) la continua, bizarra e insoportable imagen de Cristina Kirchner, disfrazada de artista plástica despidiendo a nuestros atletos y a nuestras atletas, prometiendo hacerles el aguante desde este lado del mundo.