martes, 26 de agosto de 2008

Chau Pekin


Se terminó, la gran kermesse deportiva cerró sus puertas hasta dentro de cuatro años cuando la llama del pebetero (que nada tiene que ver con el cura Julio Grassi o el psicologo Corsi) se encienda nuevamente en Londres. El saldo para la delegación Argentina fue calcado al de los juegos de Atenas: dos medallas de oro (Futbol y Ciclismo) y cuatro bronces (Hockey Femenino, Judo, Basketball y Vela).
Para los amantes de los deportes, este final de los juegos nos deja un cierto vacío interior. ¿En qué ocuparemos nuestro tiempo libre ahora? Ya no veremos competencias a toda hora (al menos las que el coctel "diferencia horaria" + "trabajo en relación de dependencia" nos permitían ver), ni resumenes con lo más destacado del día con Bonadeo diciendo "por lo pronto" y "que por cierto" en cada frase. Tampoco nos volveremos a enfrentar por los próximos cuatro años con una posta 4 x 200 mariposa, o una ronda preeliminar de lanzamiento de jabalina, y mucho menos con un certámen de Beach Voley (tal vez me saltee el beach voley los próximos juegos, sobre todo si en el cuadro principal está la dupla Conde-Baraccetti).
Por otro lado, de la mayor parte de nuestros abnegados atletas no sabremos nada, y creeremos que están entrenando duro y cerca de las marcas que permiten aspirar a una medalla, para luego encontrarnos con hilarantes rendimientos como los de Bardach y Chiaraviglio que nos recordaron viejas películas cortas de Disney como "Tribilin y los Deportes", o, en contrapartida, descubrir que el más impensado atleta, el que viajó de polizón en un barco pesquero, nos entrega el primer bronce.
Finalmente, y esto es lo que nos reconforta por el final de los juegos, no deberemos soportar más por la pantalla de Canal 7 (la cual tampoco volveremos a ver) la continua, bizarra e insoportable imagen de Cristina Kirchner, disfrazada de artista plástica despidiendo a nuestros atletos y a nuestras atletas, prometiendo hacerles el aguante desde este lado del mundo.

miércoles, 6 de agosto de 2008

A la manera de Sofovich


Si de por sí los domingos son deprimentes, con el retorno de La Noche del Domingo a la tv argentina por la pantalla de Canal 9, éstos se han convertido en la invitación al suicidio en masa más poderosa desde la transmisión de La guerra de los mundos (1938) del célebre Orson Wells. El Ruso no escarmienta y, envalentonado por los 30 puntos de Showmatch, vuelve al ruedo con su legendaria creación.
La fórmula es la de siempre: gatos ligeros de ropa, mal humor del conductor, ignotas pechugonas revolviendo cupones, juegos bobos (incluído el tradicional corte de manzana) y escolazo, todo al clásico ritmo de carreta de Gerardo.
Siguiendo los formatos imperantes en tv últimamente, en los que famosos de dudosa reputación participan de absurdas competencias, el "gancho" en este ciclo es un torneo de bowling entre famosas de dos mangos, gatienzos de la escudería Sofovich, algún que otro vejestorio y una prostituta confesa (Viviana Colmenero).
En el primer envío (que midió un poco más de 6 puntos de rating) Gerardo presentó una a una a las participantes, al tiempo que intentó explicar las intrincadas reglas del certámen (esas del tipo "quien tira dos bolos gana tres litros de Plavicon para pintar su terraza" o "el que no tira nada suma 2 puntos gentileza de Telekino") que, a pesar de los esfuerzos del conductor, continúan siendo un enigma para todos, incluidas las no muy lúcidas competidoras.
En fín, volvió el Ruso a la tele, un motivo más para no estar en casa los domingos a la noche.

domingo, 3 de agosto de 2008

Grande pá!

La adopción es siempre un acto de amor, más aún cuando el niño adoptado no es un recién nacido a quién se podrá criar desde cero. Es difícil encontrar padres adoptivos para chicos de más de 2 años de vida y por esa razón, muchos chicos que no son ubicados en una familia a tiempo, deben vivir en el triste ámbito de un orfanato. Por eso es mi intención resaltar la valiente y noble decisión de Oscar Gonzalez Oro (animador de Radio 10, conocido como "El Negro" o "El Negrito") que ha decidido quebrar fronteras en cuanto a la paternidad y, a pesar de tener que llevar adelante la titánica doble tarea de hacer de papá y mamá a la vez (recordemos que "El Negro" no está en pareja), adoptar un joven huerfanito. El pequeño en cuestión, al que su "papá" llama caríñosamente "Nenuni", tiene 30 años y es "Susano" y modelo publicitario de profesión. El flamante y amoroso padre se comporta como tal y trata de darle lo mejor a su "hijito del corazón" a quien consiente y malcría: un Mini Cooper 0KM y viajes juntos a Europa y Las Américas (además de unas vacaciones a solas, de padre e hijo, en Punta del Este), entre otros obsequios, para compensar los largos años de privaciones del joven. Felicitamos entonces desde Escuela Vieja al Negro por su valentía y hombría de bien.